(Dr. Álvaro Lima – Diputado electo Frente Amplio Salto)

La solvencia financiera de la actual administración de Salto, ha significado poder hacer y encausar un curso económico con una dificultad extrema en el principio.

Con duros escollos que siempre coexisten y que nunca se han negado desde el área de Hacienda de la Intendencia, se va cumpliendo con los compromisos asumidos, equilibrando inversión y gasto; así como cambiando la ciudad dotándola de una envergadura de conquistas para el disfrute de toda la población.

También cinchando con esa carga de una deuda millonaria que provocó un cismo desde la asunción de la Intendencia actual, generando pesadumbre y fórmulas de negociación para volver a poner a Salto en condición de ser creíble y sobre todo operativo.

El sistema financiero nacional no nos podía ni ver, 600 proveedores de acá y del país golpeaban la puerta con una pila de boletas por cobrar, los inversores no pisaban el Departamento y los salarios de los funcionarios no se podían pagar.

Debacle y pico que se extendió a las ollas populares en varios puntos de la ciudad que ADEOMS promovió. Fue ahí, cuando la solidaridad de la comunidad ayudó a calmar angustia y desconsuelo.

Todas cuestiones que no debemos de olvidar ni restarle la importancia ni la gravedad que han marcado ésta etapa. La más amarga de la institucionalidad salteña.

Y para reforzar clavos remachados heredados, las presuntas acciones delictivas de algunos ediles que traicionaron la confianza de la ciudadanía por unos pocos pesos; truncaron el presupuesto propio con el que no se cuenta en el presente período.

La Justicia se pronunciará, lo sabemos. Lo hará ese día que estamos esperando. Aunque hayan pasado ya tres años y 9 meses. Y estamos convencidos que el fallo judicial estará acorde al juicio de conciencia que volverá a asistir al jefe comunal quien hizo, lo que tenía que hacer.

Tristísimo escenario describía el comienzo del mandato. Contexto inusitado poniendo  a prueba la capacidad administrativa, la transparencia y honestidad del equipo económico de la Intendencia de Salto.

Fue entonces que desde mediados de 2015 para acá, todo cambió. La credibilidad del sistema financiero e inversor se demostró recuperando Salto el grado inversor, esto es, la buena salud para operar cumpliendo sus obligaciones de pago y reduciendo gastos hasta equilibrar presupuesto.

Se financió una mega deuda recibida a 15 años, la operativa municipal funciona en óptimas condiciones, los salarios y remuneraciones de los funcionarios de la Intendencia se pagan sin contratiempos más allá de algunos avatares de los cajeros electrónicos que naturalmente, como toda dinámica informática a veces produce contratiempos para toda la clase trabajadora.

El rubro 0, es decir, el presupuesto comprendido por los salarios y remuneraciones de los trabajadores descendieron más de 20 puntos porcentuales; bajando de un 86% al actual del 62%.

En ésta administración, la del gobierno frenteamplista salteño, no existen sub direcciones ni sobre sueldos para hacer política, como si ocurría en la administración de la debacle y la irresponsabilidad caótica.

La plantilla funcional se redujo a algo más de 1.600 funcionarios actuales cuando sobrepasaba los 1.950 en los tiempos de las inolvidables ollas populares municipales.

Jamás olvidemos esto. No merecemos volver a padecer. Se ha invertido, destinando recursos propios junto al fideicomiso, en la renovación del 100% de la infraestructura de vehículos de la comuna.

La solidez económica actual, también dio paso a pensar a futuro, a pensar en aprovechar la oportunidad de administrar bien y hacerlo incorporando eso que acompaña la presentación de un equipo: la transparencia.

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