El médico Jorge Romero tenía 28 años y hacía menos de un mes que se había recibido.

Pasaron 20 años desde que Maradona sobrevivió a un coma inducido por excesos de droga y alcohol en Punta del Este.

Guillermo Cóppola, su manager por aquel entonces, llamó a la emergencia móvil porque Diego llevaba “dos días dormido”. El médico que respondió era Jorge Romero, un joven de 28 años que llevaba menos de un mes ejerciendo la profesión y ni siquiera tenía un lugar donde vivir. Aquella noche, su cuarta guardia, serviría para juntar el dinero para alquilar un hogar.

“Pero si está durmiendo hace dos días no está durmiendo, está en coma”, respondió Romero y salió en su vehículo hacia la chacra del representante Pablo Cosetino.

En una extensa entrevista con Infobae, el doctor detalló aquella anécdota difícilmente superable en la ficción.

Según relató el médico, Maradona habia sido trasladado a ese lugar, que estaba “limpio”, por lo que la fiesta debe de haber sido en otra casa.

“Tenía una crisis hipertensiva y una arritmia ventricular. Además, dejaba de respirar durante lapsos de cinco o seis segundos. Estaba muy grave en serio. ¡Se estaba muriendo!, detalló el profesional.

Ante tal panorama, alertó a Coppola de que era imperativo internar a Diego cuanto antes. Primero el representante se negó, pero luego accedió con una condición: “Antes me voy a bañar. Soy una figura pública, no puedo salir así nomás”. Mientras Coppola se duchaba, el doctor le realizaba masaje de reanimación al ex astro del fútbol.

Cuando salieron del lugar, le exigieron quitarse el ambo de médico para no despertar sospechas ante la prensa y en medio del trayecto, Coppola sorprendió con otra ocurrencia insólita: se detuvo a cargar nafta. “Diego estaba inconsciente, muriéndose, y Coppola nos tuvo 15 minutos parados en una estación de servicio”, relata Romero.

Al llegar al sanatorio Cantegril nadie estaba esperando y tuvo que gritar que contactaran urgentemente a un cardiólogo.

Como suele pasar en estas historias, el héroe se marcha por el sendero oculto sin que nadie lo vea.

“Me gustaría encontrármelo, decirle que yo fui el que lo llevó al hospital -confía-. Y preguntarle: ‘¿Y, loco? ¿Te cuidaste un poco en todo este tiempo?'”, cerró el médico.

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