Científicos uruguayos reconstruyeron la apariencia del ícono de Montevideo en el siglo XVI

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Si por momentos resulta difícil tratar de recordar la apariencia que tenía una ciudad hace diez años, imagine tratar de descifrar su apariencia en el siglo XVI. Exactamente eso fue lo que hizo un grupo de investigadores del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (Iibce), conformado por Martín Rodríguez, Fernando Costa, Fernando Pérez y Carlos Toscano, con el paisaje del icónico Cerro de Montevideo. El estudio fue publicado el pasado 19 de octubre en la revista londinense Landscape Research, especializada en el estudio del paisaje.
Además de la reconstrucción de las imágenes, este estudio permitió a los investigadores determinar que las alteraciones humanas del paisaje del Cerro de Montevideo comenzaron en 1851, es decir, tres siglos antes de lo que se había estimado previamente.

La evidencia

Para lograr recrearlo, los investigadores del Laboratorio de Etología, Ecología y Evolución combinaron una serie de técnicas y evidencias que les permitieron aproximarse a una versión fidedigna del paisaje de aquella época. Entre ellas, el estudio in situ y a través de imágenes satelitales del paisaje y de su fauna y flora. También realizaron un estudio de documentos históricos existentes que se refirieran al paisaje y a las primeras cartografías de Montevideo.
Uno de los varios testimonios de los que se valieron los investigadores fue Juan Díaz de Solís, quien se refirió al Cerro de Montevideo, en el año 1516, como “una colina determinada… coronada por un grupo de viejos árboles”. También está citado Fernando Magallanes, quien bautizó al ícono de Montevideo en 1520 con la siguiente oración: “Hay una montaña como un sombrero, que hemos nominado Monte-Vidi”.
Pero López de Souza también contribuyó al estudio en 1531, al documentar que, al llegar a Montevideo sostuvo que en dichas tierras “había muchísimas gacelas, avestruces, ciervos y otros animales del tamaño y aspecto de potrillos”.
También fueron tomados en cuenta documentos de épocas posteriores a los primeros colonizadores de las costas montevideanas para poder realizar un estudio de la evolución a la que el paisaje fue sometido a través de los años.
Para la reconstrucción de la flora, los investigadores combinaron el reconocimiento de especies relictas (que se estima que siguen presentes desde el siglo XVI) y una revisión de la literatura acerca del tema. Además, se realizó una comparación entre la fisionomía de la vegetación del Cerro de Montevideo (que presenta un alto índice de urbanización) y la Sierra de las Ánimas de Maldonado (menos impactada por la presencia humana).
Todo este material luego fue combinado mediante distintas herramientas de diseño digital de imágenes, como el Adobe Photoshop, Illustrator y Corel Photopaint. De la Sierra de las Ánimas también se tomaron algunos atributos a modo de orientación, como los colores, las texturas y los contrastes para luego, sobre las fotografías actuales del Cerro, eliminar todo rastro de urbanización e impacto que pueda haber causado el hombre.

El resultado

En las imágenes reconstruidas, lo que se puede ver es un Cerro solamente reconocido, como diría Magallanes, por su forma de sombrero. Las viviendas y otras edificaciones que hoy existen en las laderas del cerro fueron sustituidas por valles y cursos de agua rodeados por verdes pastizales y corredores de vegetación autóctona troncosa, que reemplaza la flora exótica que luego fue introducida por el ser humano, como el eucalipto. En vez de automóviles y personas hay en él ciervos y avestruces.
En la Cañada del Tala, al este del Cerro de Montevideo, se sustituyeron el cemento y las construcciones por bosques de ribera, vegetación acuática, pajonales y hasta puede verse un jaguar (extinto en Uruguay desde 1904). En las playas del sur del cerro se extrajo la forestación exótica y la ciudad de Montevideo del fondo para sustituirlas por vegetación costera. La visibilidad, según los autores, seguramente era mucho mayor debido a que la mano del hombre fue colocando obstáculos visuales tales como edificios y árboles exóticos cada vez más altos.
Se trata de un estudio que concientiza acerca del impacto de la mano del hombre en los paisajes y la naturaleza uruguaya con imágenes que, de no existir, sería difícil imagin

arlas.

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