El sobreviviente veranea desde hace años en Cabo Polonio, donde vive la mujer, pero esta temporada se encontraron por primera vez.

La historia de supervivencia más famosa del mundo está en boca de todos desde que la película La sociedad de la nieve estrenó en cines el pasado diciembre y en Netflix este 4 de enero.

Como una nueva escena, Gustavo Zerbino, uno de sus protagonistas, vivió un emocionante encuentro a fines de 2023, de vacaciones en el Cabo Polonio.

Zerbino suele visitar en verano el despojado y pintoresco balneario rochense para pasar Año Nuevo junto a su familia. Lo que no sabía hasta esta temporada era que, entre el centenar de personas que habitan todo el año allí, se encontraba una mujer muy vinculada con su salida de la cordillera.

Se trata de Maricruz Díaz Alvear, hija de Sergio Díaz, el único de los rescatistas que pasó la noche junto con los sobrevivientes que no entraron en el primer viaje de los helicópteros de la Fuerza Aérea chilena aquel 22 de diciembre de 1972 en lo que quedaba del fuselaje del avión.

Entre el “banquete” de hamburguesas, empanadas, café y otros alimentos que hacía 73 días que ni siquiera veía, un maltrecho Zerbino de 19 años conoció a quien consideró “un padre”. “Sergio Díaz fue un padre para nosotros, una persona que queremos, admiramos y recordamos”, le dijo a Maricruz en un vivo que realizó en sus redes sociales para homenajear a este hombre el 29 de diciembre, a una semana del 51 aniversario del hecho.

“Esto es para el mundo, porque en la película, que es extraordinaria, no había lugar para todo. La parte de la última noche no tiene la preponderancia que debería tener”, explicó el hoy conferencista. “Yo lo hablé con mi amigo Bayona [el director de la película] y me dijo: ‘Mirá, Gustavo, esa noche era para hacer una película sola’”, reprodujo Zerbino.

“Hoy, en esta punta que es Cabo Polonio, le estoy haciendo ese homenaje contigo al lado para que tu familia y todo el pueblo chileno, del Uruguay y del mundo entero sepa que atrás de esta historia hay seres humanos extraordinarios, sin los cuales nosotros no hubiéramos logrado estar presentes. Uno de ellos fue tu papá”, expresó el sobreviviente.

La mujer, chilena pero pobladora del Polonio desde hace 45 años, lo miraba con atención. Horas antes, cuando se conocieron, ella sintió a su padre en el fuerte abrazo que Zerbino le dio. Por su parte, él le contó: “Te abracé y no te solté, y sentí una conexión muy fuerte”.

En la hora de charla, Zerbino narró con varios detalles lo que recuerda de lo vivido junto a Díaz padre en la montaña. Contó, por ejemplo, que otro de los rescatistas que bajó a ayudarlos “mantuvo una distancia prudencial” de todos los sobrevivientes.

“En un momento levantó la campera y nos mostró el mango de una pistola que tenía en el cinturón, pero el amigo Sergio dijo: ‘Quédense tranquilos que yo me quedo con ustedes’”, relató Zerbino, y agregó que Díaz “enseguida se puso paternalista”. “Nos dio contención y protección”, le dijo a su hija.

El exrugbier también narró cómo llevó al socorrista al borde del avión que daba a Chile, donde se encontraban los cuerpos de las personas que habían muerto, e identificó uno a uno quiénes era y lo hizo anotar los nombres en un papel.

“Yo quería hacerlo para que quienes perdieron a sus hermanos, a sus hijos, a sus padres, puedan tener una sepultura y hacer el duelo normal, que hacen todas las familias. Sergio me entendió y me prestó atención”, contó.

Zerbino relató que en un momento Díaz les recitó una poesía de Martí, y reprodujo el poema al unísono con Maricruz: “Cultivo una rosa blanca / en junio como en enero / para el amigo sincero / que me da su mano franca / Y para el cruel que me arranca / el corazón con que vivo; / cardo ni ortiga cultivo; / cultivo la rosa blanca”.

“Tomamos mate toda la noche y nos dijo que tenía una hija que vivía en Uruguay”, recordó, como si estuviera hablando de un animador con el que compartió un campamento.

La risa también estuvo presente esa noche. “En un momento nos dijo: ‘Tengo una foto de una cabra’, y una cabra es una chica en Chile. Entonces sacó la billetera, yo estaba al lado de él. Me muestra la foto de la cabra, la miro y era una cabra de verdad con chiva y barba y todo. Le digo: ‘¡Qué linda chica!’. Y lo fuimos pasando, engañando a todos que creían que era una chica hasta que el último vio que era una cabra”, rememoró con una sonrisa dibujada en el rostro.

En conversación con Montevideo Portal, la hoy septuagenaria hija del rescatista expresó su gratitud absoluta con Zerbino y recordó a su padre como un hombre que le encantaba compartir con gente: “Tenía su armónica, cantaba, tocaba, contaba chistes, hacía cuentos, era un tipo muy cariñoso y cálido”.

“Todo ese carisma lo derrochó ahí. Valió la pena que lo haya hecho, pero le costó caro”, consideró la mujer, quien también recordó cuando, luego de lo vivido, su padre gritaba en medio de la noche por las pesadillas que tenía.

“Le costaba volverse a dormir. Pero no hablaba, no lo contaba”, relató sobre quien murió solo dos años después del llamado “milagro de los Andes”. Además, explicó que el trabajo de los rescatistas en Chile es completamente honorario, por lo que Sergio Díaz no cobró nada por lo que hizo.

Maricruz tiene presentes estas imágenes, cómo se veía el lugar en donde Zerbino y sus compañeros del Old Christians sobrevivieron, no haberlo visto en vivo, sino porque su padre le mostró las fotos. A los 20 años fue de las pocas personas en el mundo que las llegó a ver.

“Era común que mi padre sacara fotografías para documentar los rescates que hacía. En el caso de estas, las mostró en casa, y por supuesto que las hizo desaparecer porque había un relato sobre cómo habían sobrevivido que todavía no estaba declarado”, explicó a Montevideo Portal sobre la antropofagia que practicaron para sobrevivir los uruguayos.

“La suspicacia de la prensa hacía que todo el mundo estuviera interesado en las fotos que había sacado mi padre y ofrecían una buena suma de dinero de por medio, pero él de ninguna manera iba a acceder a siquiera mostrarlas”, manifestó la pobladora del Cabo.

“Allí empezó una etapa muy dura para mi padre. Era una situación para un psicólogo o un psiquiatra, pero en esa época no se hablaba al psicólogo”, explicó Maricruz.

“En Chile había muy poca medicina para todos los chilenos en general, entonces mucho menos psicólogos. Nosotros éramos de la clase laburante, entonces él no pudo resistirlo solo y se enfermó. Murió a los dos años, exactamente”, recordó.

La película estrenó en plena zafra de trabajo en Cabo Polonio, donde Maricruz tiene su propio teatro y trabaja allí, por eso todavía no vio la película. Se enteró que su padre no aparecía en ella por lo que le contó Zerbino.

“Cuando me encontré con mi querida Maricruz, me dice: ‘Gustavo, parece que papá va a ir a recibir el Óscar’. Entonces el Óscar a Sergio Díaz se lo vamos a dar acá en el amor de la gratitud, que es una de las acciones más escasas, pero hay que practicarla todos los días”, dijo Zerbino en el vivo de Instagram.

“Yo siempre digo que soy una persona feliz, que agradece todos los días por estar vivir. Y gracias a estar vivo puedo hoy estar acá para ser a voz de los que no tienen voz y, en este caso, es tu padre”, culminó dirigiéndose a Maricruz el hombre que hace más de 50 años fue parte de la sociedad de la nieve.